lunes, 7 de diciembre de 2009

Pragmatismo

¿Qué es pragmatismo? Un método, sistema o filosofía de la vida. Como casi todo, tiene su parte buena,
positiva y su parte mala o negativa. Veamos los dos lados de la moneda para poder tomar sólo lo que
nos sirve para ser mejores. El pragmatismo nació en Estados Unidos, en donde time is money.
Su principio fundamental es muy claro: el valor de una idea depende de sus resultados prácticos. ¿Qué
significa esto? Que el pensamiento o inteligencia del hombre debe estar al servicio únicamente de la
conducta, de cómo hacemos lo que hacemos.
W. James (1842-1910), su principal representante, dice que la filosofía debe ayudar a los fines prácticos
del hombre. Llega al extremo de considerar a Dios sólo como satisfacción de las necesidades
psicológicas del hombre. Para los pragmáticos, el pensamiento no tiene valor propio sino que se reduce
a ser un instrumento para los fines prácticos. Por lo tanto, una idea es verdadera si tiene alguna
utilidad. Pensar y pensar, tener muchas ideas, soñar, cantar (cuando no es profesionalmente) no tiene
sentido para los pragmáticos porque no ayuda o conduce a nada práctico.
Según lo anterior, es bueno lo que contribuye al éxito, lo que sirve al progreso. Por lo tanto, lo que vale
es el esfuerzo, la iniciativa, el amor al riesgo, el espíritu de aventura. He ahí lo positivo. Finalmente, los
resultados son los que hablan, las ideas y los sueños no son más que eso, ideas y sueños.
El pragmatismo exagera un poco al reducir al pensamiento a puros fines prácticos. En tal caso no serían
posibles las matemáticas puras, la literatura, la música, etc. Pero olvida que la acción, para ser humana
y racional, debe estar iluminada por los principios.
Pragmatismo significa praxis, ser práctico. Lo que debemos aprender de esta filosofía, que ha hecho
desarrollar a Estados Unidos a niveles muy altos, es que no sirve de nada hacer muchos planes, muchos
proyectos. Lo realmente importante es llevarlos a cabo con éxito. Pero tampoco debemos olvidar los
valores y los principios.
En México tenemos valores familiares y morales muy fuertes. Debemos trabajar para el progreso de
nuestro país. Pero nunca debemos olvidar algo que Estados Unidos, en su carrera por el desarrollo no
tomó en cuenta: El progreso debe ser integral, es decir, económico, social, político y, sobre todo, moral.
¡Seamos prácticos, demos resultados! Pero no olvidemos a la familia, a Dios, a la naturaleza...

Jan Hentschel